diumenge, 25 de maig del 2008

Si no ens maltracteu produïm més.

Article de la Fundació Prevent basat en una informació del setmanari "El economista" de l'abril del 2008.

UN EMPLEADO SANO Y EN FORMA ES CAPAZ DE RENDIR POR TRES, PIÉNSELO BIEN

El coste de la depresión, la fatiga o el insomnio es cuatro veces más alto que invertir en prevenirlo. Aunque no se valora suficiente, las enfermedades crónicas lastran el rendimiento empresarial.

Las grandes compañías ya miman a sus profesionales con seguros médicos privados, chequeos diagnósticos VIP y toda suerte de opciones de ocio para hacer bueno el mens sana in corpore sano. Puede que usted crea que le están haciendo un inmenso favor o que es una remuneración en especie por los servicios prestados. Cabe también ser más escépticos y pensar en lo que se desgrava el empresario, siempre que su póliza no supere los 500 euros, según la legislación en España.

Pero lo cierto es que únicamente están cuidando su principal activo: usted. Y es que no hay inversión más rentable que la dedicada a cuidar la salud física y psíquica de los empleados. Es una cuestión de puro interés empresarial que nada tiene que ver con la filantropía, como destaca Shrinivas M. Shanbhang, consejero médico de la multinacional india Reliance Industries. Así lo pone de manifiesto también el informe de la consultora PricewaterhouseCoopers, que revela que por cada 290 dólares invertidos en capital humano, las compañías obtienen 1.000 dólares de ingresos. Es el dinero que se ahorran al alargar la vida laboral de sus empleados y mejorar su productividad.

Hacer cuentas.
Sólo hay que hacer cuentas y ver el absentismo que acumula su empresa a causa de enfermedades y hábitos de vida poco saludables. En 2007 las bajas médicas por enfermedad superaron los 5,7 millones en España, según cifras del Ministerio de Trabajo. Y aquí conviene separar las dolencias ocasionales, como puede ser una gripe o una fractura, de las patologías crónicas, porque el coste de de éstas últimas es mayúsculo. Por ejemplo, el descenso de la productividad de los trabajadores con enfermedades respiratorias, diabetes o hipertensión, es cinco veces superior al coste médico que supone tratar dichas enfermedades. Esto es, al menos lo que asegura el informe Working Towards Wellness: The Business Rationale, de PWC y el World Economic Forum. Y para hacer estos cálculos se han tenido en cuenta costes indirectos, como la depresión, la fatiga o el insomnio que arrastran los empleados afectados por una enfermedad crónica.

El estudio revela que en los próximos 25 años las enfermedades crónicas recortarán la mano de obra disponible, el ahorro y las inversiones e incidirán, por lo tanto, en los mismos cimientos de la economía. Este cuadro médico se agravará, además, como consecuencia del envejecimiento de las plantillas. En la situación actual, las empresas calculan que acercar el momento de la jubilación al máximo de la edad de retiro (65 años) les puede suponer un aumento de costes por enfermedad de hasta el 10 por ciento, según el Estudio Paneuropeo de Beneficios de Salud en la Empresa, de la consultora Mercer. El objetivo del resto es llegar bien a esa edad, sin tantos achaques.

Estilos de vida.
Adoptar estilos de vida saludables puede verse entorpecido por la falta de información y recursos no por un entorno social agresivo. Para la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) las políticas de prevención de salud deben orientarse a tratar las causas que impulsan las enfermedades crónicas y también a modificar las actuales condiciones de trabajo, en muchos casos demasiado precarias y generadoras de enfermedad. Por eso, dice la OCDE, hay que hacer cambios en el mundo de la empresa, porque la falta de actividad física, la mayor participación de la mujer en el mercado laboral, el aumento del número de horas de trabajo o de los niveles de estrés e inseguridad por el empleo han disparado las enfermedades crónicas en los países desarrollados. Y si no se buscan soluciones, la OCDE advierte que los costes de la sanidad pública pasarán del 5,5 por ciento del PIB actual, a absorber el 10 por ciento en 2050.